viernes, 8 de octubre de 2010

Nave fantasma

subes de a poco
los escalones de la bruma
hacia la altura incierta
el invisible cielo
de lo que ignoras:
nubes
y el sudor de las manos
es sólo una señal desdibujada
de la emoción de entonces
la perla que se arropa en sucesivas
capas de plenilunios incandescentes:
luces
más allá
tu rostro siempre  idéntico se impone
en la guerra sin sangre
de Memoria y Olvido
ruge
la caterva, la gleba, la miseria encarnada
en los pliegues oscuros
la sombra
te nombrará  en ausencia
sin embargo, la espada:
deberías nombrar
hombre de lenguas
múltiplicadas y  soberbias
huye
un raro hálito de aquélla
- la boca más de deseada-
suspiras  la incerteza
no tiene cuerpo ya
no dice sin la voz
no se propone
dilucidar un ser en la espesura
ay,  bosque desencantado
busco
un alma  que sea el alma de las cosas
amadas y perdidas
atadas con un tiento resistido
a la cuna y la tumba
o al camino volátil de las nubes
del suelo y desde el cielo
se descarga en el aire la tormenta
y el viento nos empuja
agitando las velas
de esta barca de huesos
averiada, profunda, silenciosa
encallada en un océano de dudas.

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