sábado, 10 de octubre de 2009

La fortuna

El huracán inesperado
talló la comba amarilla de tu frente
contra un cielo rojizo, sin estrellas.
Se alargaba en los muros, tu perfil
-guerrero que combate sin espada
con la molicie indigna de estas sombras-
y todo iría a hundirse en ese único centro
como ramas que caen en la trampa del fuego
y arden.
Ardiste, entonces, como una lámpara vacía,
un estertor de luces
que huyó a pie, del paisaje
donde alguien lo esperaba
roturando la tierra con un arado de óxido
tan viejo como el tiempo,
tan pobre, como el amor que te ofrecían
en una caja frágil
cuyo opaco cristal permitió que descubras
qué pequeño y vacío era el premio del mundo.

3 comentarios:

Pablo Seguí dijo...

Se me mezclan un poco los colores del texto con el del fondo, tan intenso. Disculpá lo prosaico del comentario: suelo leer tus poemas en el Reader, pero entré a releer un poco, y me costó.

Beso.

inx dijo...

Gracias, Tam, siempre estamos probando

Ruth dijo...

Éste me conmovió.